Cuando en 1921 Mademoiselle Coco dio rostro al mítico perfume creado por ella misma, Chanel Número 5, seguro que no tenía idea alguna de a lo que estaba dando paso. Del mismo modo, Marilyn Monroe, posiblemente la actriz más atractiva y sensual de todos los tiempos, seguro que no tenía idea alguna, nuevamente, sobre el dinero que estaba perdiendo cuando, de manera espontánea y casual, respondió a la pregunta de un periodista: “Unas gotas de Chanel Número 5”. La pregunta era: “¿Qué haces antes de dormir?”. Corría el año 1955.
Y de igual manera… no tenían idea alguna los jefazos de Chanel Número 5 del montón de francos o dólares, como se quiera, que se estaban ahorrando en publicidad con la frasecita de la rubia norteamericana.
Pues bien, cincuenta años después, en 2005, la rubia actriz australiana Nicole Kidman acaba llevándose todo el dinero que, cincuenta años atrás, no se llevó la no menos rubia y actriz norteamericana Marilyn Monroe: la friolera de 3,71 millones de dólares (928.800 dólares por minuto, ni más ni menos) por cuatro minutos de rodaje en su versión más extendida. Baz Luhrmann, compatriota de Kidman, dirigió la superproducción publicitaria, que llevaría por título Cerca de casa.
Puede decirse que el spot, que se presenta como un pequeño cortometraje de ficción, pasaría perfectamente por ser el tráiler de un filme romántico. La razón no es otra que está más cerca del mundo del cine que del publicitario. Cierto es que ‘publicita’ una marca como es Chanel, cierto es que su fin es el de vendernos el producto, pero cierto es también que lo hace a través de un lenguaje que no es el ‘propio’.
Para empezar, la calidad de superproducción publicitaria asemeja el spot con las grandes superproducciones hollywoodienses. Y, como en tantos spots anteriores, ‘los de Chanel’ buscan en el Star System actual a la estrella que mejor ilumine el firmamento que ellos pretenden crear: Nicole Kidman como imagen de Chanel Número 5.
La del spot Chanel Número 5 es la típica/tópica historia de amor. Como ya hiciera en su Moulin Rouge, Baz Luhrmann, que vuelve a contar con Nicole Kidman, relata el amor imposible entre un ‘cualquiera’ y una ‘diva’. Relata, como tantas y tantas veces se ha relatado, la imposibilidad de un amor destinado a la nada. Porque, por lo que parece, es lo prohibido lo que atrae. Es el sonado canto a lo no convencional.
Las formas de Luhrmann, como ya hemos dicho, son las del lenguaje cinematográfico moderno: ralentización de la imagen (siempre acompañada de una melodiosa banda sonora), uso entremezclado del blanco/negro y el color, flashbacks, transiciones por fundido encadenado, superposición de imágenes, voz over… Una perfecta conjunción entre publicidad y cine que, para mayor similitud, cuenta hasta con los clásicos títulos de crédito finales.
Chanel Número 5 se dio a vender antes incluso de salir al mercado, fijando en su momento, perfectamente, cuál era su target. Lo hizo en el preludio del estreno en cines de la segunda parte de El diario de Bridget Jones. Su posicionamiento, en ese sentido, fue bastante claro: ‘busquemos a mujeres de buen nivel socioeconómico entre veinte y unos cuarenta y cinco años’. Posteriormente a la emisión en cines, el spot pasaría a la televisión convencional, donde se convertiría en el spot emitido en la pequeña pantalla más caro de la historia.
En definitiva, puede decirse que el spot es bastante apropiado para el producto que pretende vender. Chanel Número 5 denota glamour; y el glamour, connotativamente, va asociado a la posición social; finalmente, la posición social va asociada con el nivel socioeconómico. En consecuencia, el spot más caro de la historia cuenta, para vender su producto, con la actriz mejor pagada de Hollywood (que pasa a ser la mejor pagada en publicidad), con la actriz más glamourosa del momento…