A veces cuando la noche
me aprisiona
suelo sentarme frente a una cabina
telefónica
y contemplo las bocas que hablan
para lejanos oídos.
Y cuando el hielo de la soledad
me ha desvenado, los barrenderos moros
canturrean tristemente
y las estrellas ocupan su lugar,
yo acaricio el teléfono
y le susurro sin usar monedas
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Más sobre Félix Francisco Casanova en:
- Suplemento «El Cultural» (El Mundo): La resurrección de Félix Francisco Casanova;
- http://www.demipage.com/blog/descargas/1264759689.pdf.