«Un grupo de estudiantes de cine de Alemania ha desatado la polémica en el país al difundir un falso anuncio de un modelo de Mercedes que, como anticipa los peligros, atropella y mata a un Adolf Hitler niño».
En fin, que con Mercedes, nuevamente, llegó la polémica. Aunque, en esta ocasión, y en un principio, la cosa no fuera con ellos. Y digo bien: que en un principio no fuera con ellos. Porque si bien es cierto que el spot de más abajo y del que hablamos no ha sido filmado por la marca alemana, bien es cierto que esta ha nominado al mismo al certamen alemán de revelaciones First Steps, patrocinado por la propia Mercedes-Benz. Pero, claro, es que resulta que Daimler, gigante automovilístico tras el cual se esconde, entre otros, Mercedes-Benz, ha emitido en un comunicado que el susodicho trucho (término cuyo conocimiento debo a Álvaro Moreno) es «inadecuado» al incluir «la muerte de un niño, así como contenido relacionado con el nacionalsocialismo», aunque sea «ficticio».
La opinión de este humilde servidor: el anuncio es francamente impecable. ¿Objetivo? Más que cumplido, y por partida doble: el grupo de estudiantes de cine de Alemania ha dado un golpetazo encima de la mesa dándose a conocer, ahorrándose meses o años varios de currículos para acá y para allá; y Mercedes, sin gastarse un euro, ha conseguido no solo ahorrarse algún que otro millón en publicidad, sino que sus ventas -no cabe duda alguna- crecerán, si cabe, un poquito más aún. ¿El límite de lo ético y lo moral? En fin, eso está en cada cual. Límites «haylos» y ha de haberlos, pero en este caso, a mis ojos, no han sido rebasados.