«La felicidad», por Andrés Neuman

Me llamo Marcos. Siempre he querido ser Cristóbal. No me refiero a llamarme Cristóbal. Cristóbal es mi amigo; iba a decir el mejor, pero diré que el único. Gabriela es mi mujer. Ella me quiere mucho y se acuesta con Cristóbal. Él es inteligente, seguro de sí mismo y un ágil bailarín. También monta a caballo. Domina la gramática latina. Cocina para las mujeres. Luego se las almuerza. Yo diría que Gabriela es su plato predilecto. Algún desprevenido podrá pensar que mi mujer me traiciona: nada más lejos. Siempre he querido ser Cristóbal, pero no vivo cruzado de brazos. Ensayo no ser Marcos. Tomo clases de baile y repaso mis manuales de estudiante. Sé bien que mi mujer me adora. Y es tanta su adoración, tanta, que la pobre se acuesta con él, con el hombre que yo quisiera ser. Entre los fornidos pectorales de Cristóbal, mi Gabriela me aguarda ansiosa con los brazos abiertos. A mí me colma de gozo semejante paciencia. Ojalá mi esmero esté a la altura de sus esperanzas y algún día, pronto, nos llegue el momento. Ese momento de amor inquebrantable que ella tanto ha preparado, engañando a Cristóbal, acostumbrándose a su cuerpo, a su carácter y sus gustos, para estar lo más cómoda y feliz posible cuando yo sea como él y lo dejemos solo.

Andrés NeumanEl fin de la lectura, Almadía, 2013.

Fuente: http://revistamicrorrelatos.blogspot.com.es/2014/01/la-felicidad.html

«Diez microapuntes sobre micronarrativa», por Andrés Neuman

Vale, lo reconozco: es un tipo del que aún debo leer más (mucho más, diría), ya que la curiosidad me llama. Máxime cuando un tipo como Bolaño (a quien, por cierto, también debería leer más) dice de él:

Entre los jóvenes escritores que ya han publicado su primer libro, Neuman quizá sea el más joven de todos y su precocidad, que aparece ornada de relámpagos y hallazgos, no es su mayor virtud. Nacido en Argentina en 1977, pero criado en Andalucía, Andrés Neuman es el autor de un libro de poemas, Métodos de la noche, publicado en Hiperión en 1998, y de Bariloche, una excelente primera novela con la que quedó finalista del último Premio Herralde.

La novela trata sobre un recogedor de basura de Buenos Aires que en sus ratos de ocio se dedica a armar puzzles. Tuve la oportunidad de formar parte del jurado de este premio y la novela de Neuman me subyugó, si es posible utilizar este término de principios del siglo XX, y me hipnotizó a partes iguales. Ningún buen lector dejará de percibir en sus páginas algo que sólo es dable encontrar en la alta literatura, aquella que escriben los poetas verdaderos, la que osa adentrarse en la oscuridad con los ojos abiertos y que mantiene los ojos abiertos pase lo que pase. En principio, esa es la prueba (y también el ejercicio y la torsión) más difícil y Neuman, en no pocas ocasiones, lo consigue con una naturalidad que da miedo. Nada en sus páginas suena a impostado: todo es real, todo es ilusorio, el sueño en el que se mueve como un sonámbulo Demetrio Rota, el basurero bonaerense, es el sueño de la gran literatura y su autor lo escancia con palabras y escenas precisas.

Cuando me encuentro a estos jóvenes escritores me dan ganas de ponerme a llorar. Ignoro el futuro que les espera. No sé si un conductor borracho los atropellará una noche o si de improviso dejarán de escribir. Si nada de esto ocurre, la literatura del siglo XXI les pertenecerá a Neuman y a unos pocos de sus hermanos de sangre.

(Texto incluido en el libro de ensayos Entre paréntesis, de Roberto Bolaño. Anagrama, Barcelona, 2004, página 149).

En fin, que ya les dedicaré tiempo a ambos (a Neuman y a Bolaño, claro). De momento, no está de más compartir este decálogo sobre el microcuento o la micronarrativa (como se prefiera) de la mano del primero:

1. La vocación de todo microcuento decente es crecer sin ser visto.
2. No es lo mismo lo breve que lo corto: lo breve calla a tiempo, lo corto antes de tiempo.
3. Lo más raro del microcuento no es su extensión minúscula, sino su radical estructura.
4. Los personajes del microcuento caminan de perfil.
5. La tentación del chiste es la termita del microcuento.
6. Todo microcuento empieza entre comillas y termina en puntos suspensivos.
7. Puntuarlo con bisturí.
8. Los verbos vuelan, los sustantivos corren, los adjetivos pesan.
9. El microcuento necesita lectores valientes, es decir, que soporten lo incompleto.
10. Cuanto más breve parezca, más lento ha de leerse.

Fuente: http://www.andresneuman.com/hemeroteca/elpais_detalle.php?recordID=3