«La única novela que le gustaba a Borges», por Javier Rodriguez Marcos (2011)

Puede parecer una tarea estéril e ingrata discutir una vez más el tema de Don Quijote, ya que se han escrito sobre él tantos libros, tantas bibliotecas, aún más abundantes que la que fue incendiada por el piadoso celo del sacristán y el barbero. Sin embargo, siempre hay placer, siempre hay una suerte de felicidad cuando se habla de un amigo. Y creo que todos podemos considerar a Don Quijote como un amigo. Esto no ocurre con todos los personajes de ficción. Supongo que Agamenón y Beowulf resultan más bien distantes. Y me pregunto si el príncipe Hamlet no nos hubiera menospreciado si le hubiéramos hablado como amigos, del mismo modo en que desairó a Rosencrantz y Guildestern. Porque hay ciertos personajes, y esos son, creo, los más altos de la ficción, a los que con seguridad y humildemente podemos llamar amigos. Pienso en Huckleberry Finn, en Mr. Pickwick, en Peer Gynt, y en no muchos más.

Lo de arriba es apenas un esbozo de una larga conferencia que el autor de El Aleph (1949) diera en 1968 en la Universidad de Austin (Texas, Estados Unidos) y que ahora ve la luz en formato libro (ya anteriormente -en 1997- había sido publicada en una revista estadounidense y dos años más tarde -en 1999- en una revista argentina). Lo de abajo, la noticia que da pie a este post.

Por Javier Rodriguez Marcos (01/10/2011)

La única novela que le gustaba a Borges

«El Quijote es la única novela que le gustaba a Borges. Como género prefería el cuento». Lo dice María Kodama, viuda del escritor, en un hotel de Madrid minutos antes de que en el Centro de Arte Moderno se presente Mi amigo Don Quijote (Del Centro Editores), una edición «artesanal» (100 ejemplares ilustrados por Ricardo Horcajada) con la grabación, transcripción y traducción de una conferencia que Borges pronunció en inglés en 1968. Fue en la Universidad de Texas, Austin, y allí la descubrió el profesor peruano Julio Ortega, que conoció al escritor argentino en 1972, su última visita dicha universidad.

Ortega ejerce ahora en la Brown (Providence) y desde allí, por teléfono, recuerda que el autor de El aleph era un asiduo de Austin, donde hay un archivo dedicado a él. El hallazgo de la conferencia fue, sin embargo, fortuito: «Estaba en una cassette en el laboratorio de idiomas al que acuden los estudiantes para mejorar su español», recuerda el que es uno de los grandes expertos mundiales en literatura latinoamericana del siglo XX. Para su descubridor, la charla, dictada en «un inglés muy bueno pero peculiar», debe más a la «performance irónica» anglosajona que a la elocuencia latina.

Dado que en 1968 Borges ya estaba ciego, improvisó su intervención a partir de un esquema mental. Para Ortega, además, es un ejemplo de lectura creativa de la novela de Cervantes. «Borges habla de don Quijote -libro y personaje- como un amigo al que se cultiva. También habla de la cercanía que consigue transmitir su creador: uno no podría ser amigo de Hamlet o de Lear, viene a decir, pero sí termina siéndolo del personaje cervantino».

«Siempre pienso que una de las cosas felices que me han ocurrido en la vida es haber conocido a don Quijote», reza, en efecto, la frase final de una conferencia en la que Borges afirma que el hidalgo manchego es uno de estos «personajes de ficción que cobran vida en una sola frase». Como ejemplo de emocionante cercanía, el escritor bonaerense cita al pasaje de la muerte de Alonso Quijano, la zozobra del lector, la del propio Cervantes: «sentimos (…) que está tan triste como nosotros».

¿Y aquella idea que se le atribuye de que lo había leído primero en inglés? «Lo decía para desmitificar. Y retoma una boutade de Byron según la cual a Shakespeare era mejor leerlo en italiano». En Madrid, María Kodama corrobora la versión de Ortega: «Lo leyó en castellano. Y lo releyó muchas veces. Don Quijote siempre le pareció un héroe, particular pero héroe».

Antes que en esta versión definitiva, la charla de Borges sobre don Quijote se publicó en 1997 en una revista estadounidense y en otra argentina dos años más tarde. Respecto a su futuro editorial, Kodama explica que depende de los editores (Random House Mondadori en español), pero que tal vez podría aparecer en un volumen que recogiera el texto de sus conferencias. Por lo pronto, recuerda, acaba de presentarse en Buenos Aires el tercer tomo de sus obras completas anotadas.

Como presidenta de la Fundación Jorge Luis Borges y heredera de sus derechos, la viuda del autor de Ficciones no ha parado este año en que se cumple un cuarto de siglo de su muerte en Ginebra. Pero tiene pendiente un proyecto que «tal vez» termine llevándose a cabo en México: una edición de los textos de Borges con sus variantes: «Así se apreciará su obsesión por la corrección, su perfeccionismo». Y la intensidad de una obra que cultivó todos los géneros posibles menos la novela. «No le gustaba», explica Kodama. «Decía que les faltaba tensión, que al contrario que en los cuentos, siempre terminaban apareciendo cosas de relleno, tazas, muebles, sombreros de señora».

Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2011/10/01/actualidad/1317420002_850215.html

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